domingo, 21 de noviembre de 2010

Mujer condenada a muerte por ser católica


A esta mujer la han condenado a muerte por ser católica.


El Gobierno pakistaní ha condenado a la horca a Asia Bibi por ser católica. El próximo lunes, 22 de noviembre (¡este lunes!), vence el plazo que le han concedido para presentar alegaciones ante su condena a la pena capital. Es probable que a Asia Bibi le quede poco tiempo de vida.

En Pakistán, y tratándose de cristianos, las cosas van muy deprisa. Mientras lees esta información, las autoridades pakistaníes podrían ejecutar a Asia Bibi, acusada de decir un día en público que era católica.

Su marido todavía no ha sido capaz de explicar a sus hijas por qué su madre puede ser ahorcada de un momento a otro:
“Me preguntan por su madre, pero yo no he tenido el coraje de explicarles que está condenada a muerte por un delito que nunca cometió".

Las autoridades pakistaníes acusan a esta mujer de blasfemia: cometió el terrible “delito” de defender públicamente su fe católica. En su pueblo, Ittanwali, viven 1.500 familias. Solo tres son cristianas. La familia de Asia, también sus hijas, menores de edad, fue perseguida por sus vecinos, apaleada y torturada. Y ella terminó ante la justicia.

Primero la condenaron a una multa equivalente a lo que gana en un año un trabajador en Pakistán. Y luego la condenaron a muerte por decir que la Verdad reside en el Evangelio. No le queda mucho tiempo de vida.

Después de las inundaciones que devastaron el país, los taliban han desencadenado una oleada de destrucción y muerte contra la minoría católica, el 1,6 por ciento en una población de 165 millones de musulmanes. Los católicos son asesinados, se prende fuego a sus viviendas con ellos dentro, se intenta matar a sus obispos. Y los políticos locales no se atreven a plantar cara al fundamentalismo por miedo a convertirse ellos también en víctimas de la barbarie.

Plataformas ciudadanas han fomentado iniciativas como esta:

La presión directa sobre el presidente de Pakistán puede salvarla. Pero para lograrlo es necesario que tú también hagas algo. Y mejor si lo haces ya, sin esperar a terminar de leer, porque en Pakistán demasiados condenados a muerte no llegan vivos a la horca: un gran número de ellos aparecen asesinados en sus celdas, mientras aguardan la ejecución de la sentencia. Firma ahora desde: http://www.porasiabibi.org

Si conseguimos salvar la vida de Asia Bibi, nunca sabremos si fue tu mensaje o el mio el que terminó de convencer al régimen pakistaní. Tampoco importa demasiado. Pero por si acaso, deberías enviar ya tu petición: http://porasiabibi.org

La opinión pública ha frenado muchas ejecuciones. Los propios obispos pakistaníes han hecho un llamamiento a la movilización social como el instrumento más eficaz, y también el último, para tratar de salvar a Asia Bibi. A través de un procedimiento tan simple como un clic se han salvado muchas vidas humanas.

El mayor riesgo que corre en estos momentos Asia Bibi es que en el lugar en que la tienen encerrada hay altas probabilidades de que alguien se tome la justicia por su mano. Ha pasado ya otras veces.

Con nuestras oraciones acompañamos a Asia Bibi.

lunes, 25 de enero de 2010

Ágora: Hipatia


Ahora la cosa va directamente contra la religión y particularmente contra el cristianismo. Lo malo de la trama que cuenta la película es que es mentira desde el principio hasta el final.
El cine es un maravilloso medio para contar la Historia, pero tiene sus limitaciones: a veces, las ambiciones excesivas pasan factura. Los realizadores de «El Código da Vinci» pretendieron convertir a Magdalena en diosa y se pasaron. Amenábar pretende, nada más y nada menos, contar una historia a partir de la cual «el mundo cambió para siempre». Y se ha vuelto a pasar cuatro pueblos más. La película tiene tantos mensajes ideológicos que es imposible meterlos en dos horas y, al mismo tiempo, mantener un ritmo entretenido, interesante y espectacular.


El cine requiere medir las secuencias, los silencios, los tránsitos y, sobre todo, un guión que mantenga la atención del espectador. Es una pena, porque la película contaba con todos los mimbres: un gran director, una generosa producción, una preciosa actriz, un maravilloso decorado y una perfecta ambientación.

Pero lo que pretenden es inyectar en una pastilla los siguientes mensajes:

  • Primero, que las religiones generan odio y violencia.
  • Segundo, que el cristianismo es la más talibán de todas y la que empezó.
  • Tercero, que existen dos mundos, por una parte, el de la filosofía y la ciencia, contrapuesto e incompatible con el de la religión.
  • Cuarto, que el cristianismo al principio fue misericordioso, pero la jerarquía eclesiástica y la Iglesia son por definición intolerantes y fundamentalistas.
Y, sobre todo, hay dos mensajes más que son especialmente queridos por la película y por toda la explosión de libros y propaganda que estos días se vienen haciendo: el cristianismo es la causa de la caída del Imperio Romano y de la desaparición de la sabiduría grecolatina. Además, es el culpable de la subordinación y dominación de la mujer por parte del hombre.

En fin, Alejandría e Hipatia son el símbolo de una civilización grecorromana basada en la filosofía, la ciencia y la libertad, hasta que llegó el cristianismo y comenzó la oscura Edad Media. Demasiado para una sola película. Y la cosa continúa porque, según declara el director, «es increíble cómo se parece a la situación actual».

¿Es casualidad que desde julio hasta el estreno de la película se hayan publicado más de cuatro biografías sobre Hipatia, paradigma de las cuales es la de Clelia Martínez Maza, financiada por la Dirección General de Ciencia y Tecnología? Más de 10 novelas, ejemplo de las cuales es la escrita por el hermano de Carmen Calvo, ex ministra de Cultura, además de multitud de estudios de historia sobre la época. Y todo ello con el mismo mensaje. Que todo salga al mismo tiempo no puede ser casualidad. Una vez más, nos encontramos con un ataque ideológico perfectamente orquestado, del cual, por cierto, Amenábar suele ser pistoletazo de salida, como lo fue en el caso de «Mar adentro» con la eutanasia.

Ahora la cosa va directamente contra la religión y particularmente contra el cristianismo. Lo malo de la trama que cuenta la película es que es mentira desde el principio hasta el final.. Forma parte de la estrategia de reescribir la Historia a la que es tan aficionada nuestra izquierda. Hipatia no fue asesinada siendo una joven tan hermosa como Rachel Weisz, de 38 años, sino que murió en el año 415 y tenía 61. No fue famosa por sus dotes de astronomía por más que en la película se empeñen terca y cansadamente, atribuyéndole haberse adelantado a Kepler más de mil años; sino porque era una «divina filósofa» platónica, en palabras del obispo cristiano Sinesio de Cirene -única fuente coetánea que se conserva sobre ella-, a la que llama en sus cartas «madre, hermana, maestra, benefactora mía». El citado obispo, a quien en la película se le hace traidor y cómplice en el asesinato de la filósofa, murió dos años antes que ella, así que es imposible que tuviera nada que ver con su muerte.. Ella fue virgen hasta el final, pero no vivió la castidad como ha dicho la protagonista, que se ha declarado feminista radical, «para ser igual que un hombre y poder ejercer una profesión con plena dedicación».. Lo hizo porque, coherente con su filosofía, ejercía la Sofrosine, es decir el dominio de uno mismo a través de las virtudes entendidas como el control de los instintos y las pasiones.

Hipatia nunca fue directora de la Biblioteca de Alejandría, ni ésta fue destruida por los talibanes cristianos. La biblioteca fue incendiada por Julio César,saqueada junto con el resto de la ciudad por Aureliano en el año 273, y rematada por Diocleciano en 297. Es verdad que en el año 391 fue destruido lo que quedaba del templo del Serapeo después de la destrucción por los judíos en tiempos de Trajano, y también el repaso que le pegó Diocleciano, quien, para conmemorar la hazaña, puso allí su gran columna, razón por la cual los cristianos lo destruyeron, ya que él era el símbolo de las persecuciones que sufrieron durante trescientos años. Pero lo que allí quedaba de la biblioteca era tanto como lo que restaba en otros sitios. El paganismo siguió existiendo en Alejandría hasta que llegaron los árabes. Y el neoplatonismo siguió floreciendo, hasta que lo recuperó el renacimiento cristiano. Por cierto, que yo sepa, su más brillante exponente se llamaba San Agustín, coetáneo de Hipatia.