Informe:
Dirección: Chris Miller (II), Raman Hui Guión: Jeffrey Price, Peter S. Seaman, Jon Zack Música: Harry Gregson-Williams Distribuye en Cine: Paramount Duración: 92 min. Género: Animación
En busca del rey
Si uno revisa los datos de taquilla de las dos anteriores películas de la saga, comprende que la llegada de una tercera parte era inexorable. Shrek (2001) obtuvo un éxito impresionante, con una recaudación mundial de casi 500 millones de dólares, estuvo nominada al Oscar a la mejor película y ganó el apartado a la mejor película de animación.
Por su parte Shrek 2, estrenada tres años después, batió todos los récords imaginables y se convirtió en la película de animación más taquillera de todos los tiempos, con una recaudación total de más de 920 millones de dólares. Con este bagaje, los estudios DreamWorks se han visto lógicamente impelidos a continuar la historia de su personaje más original y divertido. Que logre igual éxito que sus predecesoras es ya otro cantar.
La película retoma la historia en el castillo de los reyes de Muy Muy Lejano, en donde también viven felices la hija del rey, Fiona, y su marido Shrek, con la alegre compañía del parlanchín Asno y del caradura chuleta Gato con Botas. El rey está enfermo y, a regañadientes, Shrek ha de hacer sus veces, lo cual le hace añorar cada vez más su querida y asquerosa ciénaga.
Sin embargo, a la muerte del rey, éste le confía su reino al Ogro, aunque también le dice que hay otro heredero llamado Arturo que puede ocupar su lugar. Sin pensárselo dos veces Shrek sale en busca de su salvador, no sin antes enterarse de que Fiona está embarazada.
Pero un gran peligro se cierne sobre el reino de Muy Muy Lejano, pues el Príncipe Encantador pretende el trono y para lograr sus fines reunirá a los malvados deseosos de tener ellos también un “y vivieron felices para siempre”.
El realizador Andrew Adamson cede la batuta esta vez a Chris Miller, que debuta como director con este largo, amparado en su experiencia como dibujante en Hormigaz y Shrek, y en su colaboración en otros filmes de DreamWorks, como Shrek 2 o Madagascar. Se puede decir que Miller aguanta el envite, pero no sube la apuesta.
Acierta en la concepción de algunas escenas muy logradas, como el pillaje de los malvados en el pueblo “Beverly Hillsiano” o en la huida de las mujeres de la cárcel y su divertida entrada en el castillo. Sin embargo, pesa demasiado en la historia la sensación de “ya visto”, señal de que la idea se agota, y Miller no logra del todo superar visualmente la previsibilidad de un guión menos inspirado que el de las entregas anteriores.
Por supuesto que hay algunas perlas. Toda la historia se asienta sobre la idea de que lo importante en la vida no es lo que piensen de uno, sino lo que uno piense de sí mismo, de tal modo que rendirse al pesimismo o a la derrota es la peor de las desgracias. A la vez, la horrible visión y la original fuerza de la pesadilla de Shrek sobre su paternidad obtiene su equilibrado contrapunto en el desenlace, de hondura y optimismo proporcionados.
Una película que, aunque una vez más añada un par de mensajes positivos sobre la familia y la autenticidad, está diciendo a gritos que lo que pretende es entretener y a cuantos más, mejor. (decine21 / Almudí JN-AG)
Dirección: Chris Miller (II), Raman Hui Guión: Jeffrey Price, Peter S. Seaman, Jon Zack Música: Harry Gregson-Williams Distribuye en Cine: Paramount Duración: 92 min. Género: Animación
En busca del rey
Si uno revisa los datos de taquilla de las dos anteriores películas de la saga, comprende que la llegada de una tercera parte era inexorable. Shrek (2001) obtuvo un éxito impresionante, con una recaudación mundial de casi 500 millones de dólares, estuvo nominada al Oscar a la mejor película y ganó el apartado a la mejor película de animación.
Por su parte Shrek 2, estrenada tres años después, batió todos los récords imaginables y se convirtió en la película de animación más taquillera de todos los tiempos, con una recaudación total de más de 920 millones de dólares. Con este bagaje, los estudios DreamWorks se han visto lógicamente impelidos a continuar la historia de su personaje más original y divertido. Que logre igual éxito que sus predecesoras es ya otro cantar.
La película retoma la historia en el castillo de los reyes de Muy Muy Lejano, en donde también viven felices la hija del rey, Fiona, y su marido Shrek, con la alegre compañía del parlanchín Asno y del caradura chuleta Gato con Botas. El rey está enfermo y, a regañadientes, Shrek ha de hacer sus veces, lo cual le hace añorar cada vez más su querida y asquerosa ciénaga.
Sin embargo, a la muerte del rey, éste le confía su reino al Ogro, aunque también le dice que hay otro heredero llamado Arturo que puede ocupar su lugar. Sin pensárselo dos veces Shrek sale en busca de su salvador, no sin antes enterarse de que Fiona está embarazada.
Pero un gran peligro se cierne sobre el reino de Muy Muy Lejano, pues el Príncipe Encantador pretende el trono y para lograr sus fines reunirá a los malvados deseosos de tener ellos también un “y vivieron felices para siempre”.
El realizador Andrew Adamson cede la batuta esta vez a Chris Miller, que debuta como director con este largo, amparado en su experiencia como dibujante en Hormigaz y Shrek, y en su colaboración en otros filmes de DreamWorks, como Shrek 2 o Madagascar. Se puede decir que Miller aguanta el envite, pero no sube la apuesta.
Acierta en la concepción de algunas escenas muy logradas, como el pillaje de los malvados en el pueblo “Beverly Hillsiano” o en la huida de las mujeres de la cárcel y su divertida entrada en el castillo. Sin embargo, pesa demasiado en la historia la sensación de “ya visto”, señal de que la idea se agota, y Miller no logra del todo superar visualmente la previsibilidad de un guión menos inspirado que el de las entregas anteriores.
Por supuesto que hay algunas perlas. Toda la historia se asienta sobre la idea de que lo importante en la vida no es lo que piensen de uno, sino lo que uno piense de sí mismo, de tal modo que rendirse al pesimismo o a la derrota es la peor de las desgracias. A la vez, la horrible visión y la original fuerza de la pesadilla de Shrek sobre su paternidad obtiene su equilibrado contrapunto en el desenlace, de hondura y optimismo proporcionados.
Una película que, aunque una vez más añada un par de mensajes positivos sobre la familia y la autenticidad, está diciendo a gritos que lo que pretende es entretener y a cuantos más, mejor. (decine21 / Almudí JN-AG)
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