La productora Eu-logos Media, y su director Francesc Grané, han lanzado al mercado un documento audiovisual de bastante interés. Se trata de un mediometraje en formato DVD, de 31 minutos de duración, que recoge una entrevista hecha por Grané en 1998 a la que fue priora del Monasterio de la Inmaculada Concepción de Carmelitas Descalzas de Mataró durante más de veinte años, la madre Cristina Kaufmann, cuyo nombre de religión era Cristina María de la Divina Gracia. Se consigue a través de la librería Claret. Kaufmann falleció hace un año.
En dicha entrevista, la madre Cristina es preguntada sobre diversos aspectos de su vida y de su fe. Ella, con sencillez, va respondiendo sin premeditación ni recurso a respuestas sabidas. Piensa en voz alta y hace un ejercicio de inteligencia admirable, poniendo en juego su razón libre y abierta ante las cuestiones que le ponen delante. En todo momento se nota que no es una mujer que "defienda" principios o proteja su fe: por el contrario, ella hace un ejercicio de libertad gracias a su fe, una fe que lejos de anclarla a esquemas, le abre la razón a un horizonte ilimitado.
Por poner un ejemplo, cuando es preguntada por la reacción de Enrique Múgica ante el asesinato de su hermano a manos de la banda criminal ETA, cuando declaró: "Ni olvido ni perdono", Cristina Kaufmann evita caer en el tópico, y en el recurso a la receta de sabor evangélico, y juzga el hecho desde su experiencia humana, y desde su camino cristiano, y ofrece un juicio que, a la vez que salva a Múgica de una manera novedosa, señala también lo inacabado de esa proclama rencorosa, y nos habla de la incapacidad del ser humano de perdonar, y de la necesidad del don de Dios.
Del mismo modo es preguntada sobre el sexo, sobre la oración, sobre el alejamiento de los jóvenes de la Iglesia, sobre la soledad, sobre la relación del cristianismo con las otras religiones. En este último caso vuelve a hacer un uso limpio y sano de la razón. Viene a decir: "Yo soy cristiana, porque habiendo nacido en el seno de una tradición y familia cristianas, he hecho un trabajo de verificación de esa propuesta, y he encontrado una respuesta sobreabundante a mi sentido religioso. Por ello no experimento la necesidad de buscar en otro lado". Es decir, no habla de forma deductiva de la Verdad y la defensa de sus consecuencias, sino que hace el camino inverso, partiendo de su experiencia elemental. Esa libertad de juicio conlleva también el riesgo de no atinar con un juicio preciso, y algunas opiniones, por ejemplo en relación con los avances científicos en materia sexual y la Iglesia, pueden resultar más discutibles.
Sin duda lo mejor del documental es la entrevista en sí. Pero hay otros elementos de resultados más discutibles. Uno es el recurso a imágenes simbólicas de transición entre respuesta y respuesta, imágenes de cirios, de personas caminando de la mano o de túneles que, aunque tienen un sentido bíblico claro que el director Grané ha querido plasmar, le dan un aire "años setenta" que contrasta con la altura y densidad de las declaraciones de la carmelita. Digamos que esas imágenes entroncan con una tradición de montaje audiovisual típica de colegio religioso de los años inmediatos al Concilio, imágenes que a un joven de hoy le pueden resultar en exceso chocantes. Otro elemento es la música, muy variada, que en algunos casos es excelente, más en la primera parte, y en otros, en el tramo final, más discutible, compartiendo el mismo problema que hemos apuntado al hablar de los símbolos. Por último un tercer elemento son los textos de Santa Teresa, San Juan de la Cruz o San Agustín, que sirven para entroncar los pensamientos de Cristina Kaufmann con las grandes tradiciones espirituales y místicas de la Iglesia.
Todo está rodado en planos cortos, porque el primer espectáculo es el rostro de Kaufmann, que además de ser hermoso, es un reflejo de inteligencia y humanidad conmovedor y contagioso. Es muy importante que los no catalanes vean el DVD con subtítulos en castellano, pues verlo doblado es renunciar a lo mejor del documental, la voz sentida y precisa de la carmelita. En fin, un testimonio que merece la pena rescatar y saborear serenamente como una ayuda en nuestro propio camino personal.
Juan Orellana
En dicha entrevista, la madre Cristina es preguntada sobre diversos aspectos de su vida y de su fe. Ella, con sencillez, va respondiendo sin premeditación ni recurso a respuestas sabidas. Piensa en voz alta y hace un ejercicio de inteligencia admirable, poniendo en juego su razón libre y abierta ante las cuestiones que le ponen delante. En todo momento se nota que no es una mujer que "defienda" principios o proteja su fe: por el contrario, ella hace un ejercicio de libertad gracias a su fe, una fe que lejos de anclarla a esquemas, le abre la razón a un horizonte ilimitado.
Por poner un ejemplo, cuando es preguntada por la reacción de Enrique Múgica ante el asesinato de su hermano a manos de la banda criminal ETA, cuando declaró: "Ni olvido ni perdono", Cristina Kaufmann evita caer en el tópico, y en el recurso a la receta de sabor evangélico, y juzga el hecho desde su experiencia humana, y desde su camino cristiano, y ofrece un juicio que, a la vez que salva a Múgica de una manera novedosa, señala también lo inacabado de esa proclama rencorosa, y nos habla de la incapacidad del ser humano de perdonar, y de la necesidad del don de Dios.
Del mismo modo es preguntada sobre el sexo, sobre la oración, sobre el alejamiento de los jóvenes de la Iglesia, sobre la soledad, sobre la relación del cristianismo con las otras religiones. En este último caso vuelve a hacer un uso limpio y sano de la razón. Viene a decir: "Yo soy cristiana, porque habiendo nacido en el seno de una tradición y familia cristianas, he hecho un trabajo de verificación de esa propuesta, y he encontrado una respuesta sobreabundante a mi sentido religioso. Por ello no experimento la necesidad de buscar en otro lado". Es decir, no habla de forma deductiva de la Verdad y la defensa de sus consecuencias, sino que hace el camino inverso, partiendo de su experiencia elemental. Esa libertad de juicio conlleva también el riesgo de no atinar con un juicio preciso, y algunas opiniones, por ejemplo en relación con los avances científicos en materia sexual y la Iglesia, pueden resultar más discutibles.
Sin duda lo mejor del documental es la entrevista en sí. Pero hay otros elementos de resultados más discutibles. Uno es el recurso a imágenes simbólicas de transición entre respuesta y respuesta, imágenes de cirios, de personas caminando de la mano o de túneles que, aunque tienen un sentido bíblico claro que el director Grané ha querido plasmar, le dan un aire "años setenta" que contrasta con la altura y densidad de las declaraciones de la carmelita. Digamos que esas imágenes entroncan con una tradición de montaje audiovisual típica de colegio religioso de los años inmediatos al Concilio, imágenes que a un joven de hoy le pueden resultar en exceso chocantes. Otro elemento es la música, muy variada, que en algunos casos es excelente, más en la primera parte, y en otros, en el tramo final, más discutible, compartiendo el mismo problema que hemos apuntado al hablar de los símbolos. Por último un tercer elemento son los textos de Santa Teresa, San Juan de la Cruz o San Agustín, que sirven para entroncar los pensamientos de Cristina Kaufmann con las grandes tradiciones espirituales y místicas de la Iglesia.
Todo está rodado en planos cortos, porque el primer espectáculo es el rostro de Kaufmann, que además de ser hermoso, es un reflejo de inteligencia y humanidad conmovedor y contagioso. Es muy importante que los no catalanes vean el DVD con subtítulos en castellano, pues verlo doblado es renunciar a lo mejor del documental, la voz sentida y precisa de la carmelita. En fin, un testimonio que merece la pena rescatar y saborear serenamente como una ayuda en nuestro propio camino personal.
Juan Orellana